Tomó el ultimo cigarrillo que le quedaba y le fumo con tal pasión que por un momento no hubo en el mundo más que él y el humo que escapaba de su boca.
Luego, mientras sus manos dejaban de sudar, le vio salir del metro. Era hermosa: poseía esos radiantes y grandes ojos pardos que sólo poseen las musas griegas.
Ahi mismo se lo llevaron los pacos y le confiscaron sus cosas.

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