Sacado del Boletin Sei N°6 del año 2006:
La chueca mundialera.

Por alguna razón extraña nos íbamos a juntar en la casa de facho, así que tuvimos que subir más que la mierda, bajarnos en el terminal de la micro y que el weón nos fuera a buscar como 20 cuadras más abajo que su casa (ie, el weón no puede vivir más arriba y lejos de la civilización, con decirte que vimos dos torcazas culeando, un caballo y un conejo). Tras esa odisea digna de escritor griego, llegamos a dicha cas… mansión donde nos dispusimos a trabajar pa’ que este boletín saliera la semana pasada. En eso estábamos, cuando este weón me dice: “oye weón, esta wea te va a sonar raro, pero ¿querís ir a viña?” a lo que yo conteste: “yapo’, la raja, ¿cuándo?” y el brea me dice: “ahora”. Le respondo que “yapo” que como la semana que seguía era la alcoholimpica no había problema.

Pero debíamos primero reunir a la tropa, así que primero partimos pa Vitacura, luego a San Miguel, volvimos a Vitacura por un milkshake, incursionamos en Quilicura a buscar a un boletinero perdido en acción y pasamos a llenar estanques de combustible al automac. (La vuelta y media a Santiago ocurrió en una hora y 4 minutos) y así empezar el viaje a viña escuchando el infaltable “Highway to hell” de ACDC.
Tras aguantar la respiración en los dos túneles, competencias de flatos y peos varios, llegamos a la ciudad jardín como a las diez de la noche. Nuestra meta era ir al casino pa hacer algunas moneas que amortiguaran en algo las 8 lucas de peajes que se debe pagar en el viaje.
Aquí es donde empieza nuestro análisis socio-económico: Se tienen tres personajes que representan a cada una de las clases sociales de nuestro país que para proteger sus identidades llamaremos: Gonzalo, digno representante de las clases adineradas (el que se raja con la bencina pa’l viaje). Carlos, quien representa a la clase media intelectual de tomo y lomo. Y el último es Juan quien es representa al proletario medio.
El asunto es así. Nos estacionamos en la vereda afuera del casino, entramos por los estacionamientos pa no pagar la entrada y tras eso paso como una hora de maquinitas weonas, bingos, cachos, ruletas y black jack tras lo cual las cuentas eran como sigue:
Gonzalo, quien apostó una cantidad no menor ganó plata hasta pa’ darle propina al croupier (o como se llame el aweonao vestido de aweonao que te da las cartas) es decir ganó quince lucas. Carlos apostando tímidamente ganó quina. Juan se picó al empezar a perder plata y terminó perdiendo 5 lucas.
De lo que se puede concluir lo siguiente: Los ricos se hacen más ricos, los pobres se hacen más pobres y los clase media ganan como pa comprarse un completo.
De la travesía de vuelta no pude decir nada por que me quedé raja por las chelas que rebalsaron dicho viaje.
Casinisticamente, Caldo

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