Hace 20 años, el ahora profesor Hector Agusto pintó una peculiar silueta en el suelo. Hace casi 10 años lo entrevistamos como Boletín, al saber quién era y alguna vez publicamos dicho artículo. Quién haya estado en Beauchef alguna vez debe haber sabido de este “muerto”, el que hasta tiene apariciones en los cortos hechos por el Grupo de Cine.
Hoy, 9 de septiembre, el profesor ha publicado una carta en el foro institucional que aprovecho de compartir acá.

“Lamento si derribo un mito urbano, seguramente en algún tiempo volverá a serlo, pero me pareció relevante recordar en esta fecha la verdadera “historia”, más allá de lo anecdótico (quién lo pinto, de quién es la silueta), el por qué se pintó y que representa, al menos para mi. Desde ya disculpen lo personal del relato.

No es que tenga tan buena memoria, a esta edad ya no, solo me topé casualmente con la historia de la facultad que dice que el año 93 se cerró el edificio Escuela para reparar los daños del terremoto del 85 (si, 8 años después). Al comenzar esos trabajos quedo “botada” una placa conmemorativa (lo que se llama genéricamente un memorial) de los detenidos desaparecidos en dictadura de esta facultad (personas de acá, “Buchefianos” como diríamos hoy). Esa placa casualmente constituye uno de mis primeros recuerdos de mechón, pues sin querer, deambulando un día de Marzo o Abril del año 91, llegue a Hall Sur donde había una discreta ceremonia para instalar la placa, recuerdo gente de agrupaciones de Derechos Humanos, familiares de los funcionarios y estudiantes nombrados en la placa, no sé si hay académicos , tampoco sé si había autoridades en la ceremonia, en esa época aún no las conocía. Afortunadamente el 93 esa placa fue encontrada por unos funcionarios y llegó a las manos de la secretaria del CEI de ese momento, quien (aún trabaja en la facultad) nos la entregó (al CEPC). Decidimos pedir en un acto (unos días antes del 11 de septiembre) al director de Escuela, Jaime Gibson si no me equivoco, que se comprometiera a reinstalarla cuando se abriera nuevamente el edificio. Solo para llamar la atención, para juntar gente en el acto, (no había u-cursos, ni facebook para publicarla) pintamos “el muerto” la noche anterior, es la silueta del presidente del CEPC de la época, ahora ingeniero civil y la pinté yo. Les prometo que no era una pintura mágica, ni hubo conjuros para reprobar cursos, debía durar solo ese día. No llegó mucha gente, en aquella época el tema sonaba menos que hoy, estábamos (cómo país, no yo) más interesados en el desarrollo, en ser los “jaguares de latinoamérica”, en ver cómo funcionaba la teoría económica del “Chorreo”, que ahora sabemos que eso fue solo un calmante, que alguno siguen intentando administrarnos, para justificar la injusticia social, la vergonzosa concentración de la riqueza (llamarle “distribución” sería un sarcasmo).

El muerto cumple 20 años, coincide con los 40 del golpe, pero no es, lamentablemente, “un” muerto, sino varios; no murieron allí, mucho peor: en muchos casos no sabemos dónde, incluso en algunos solo se supone que murieron; no fue un personaje anónimo, tenían vida, trabajo, estudios, una familia (que aún los busca). Podrían haber sido algunos de ustedes o esos compañeros inquietos que van a todas la marchas. Búsquenlos, lean sus nombres en el Hall Sur

En esta temporada de perdones, arrepentimientos y uno que otro “no sabía”, tal vez ellos (“el muerto”) también deberían pedir perdón, por soñar un país mejor, por ser demasiado consecuentes, por ser apasionados, o simplemente por estar en el lugar y a la hora equivocada y finalmente por morirse. Lo siento no comulgo con esas pedidas de perdón, pues intentan justificar lo injustificable, entiendo los “errores” no los “horrores” como dijo alguien estos días. Se intenta aplicar una lógica con la cual una falda corta tiene responsabilidad en una violación. NO!!… no estoy de acuerdo.

Quise recordar una parte de esta historia, finalmente mi historia pues tengo los mismos 40 años que cumple el golpe, porque no me parece el anecdotario de estos días, recordar solo el evento y no entender (¿o querer esconder?) que la historia es un proceso (puede ser producto de mala educación, en historia en particular). Siento un esfuerzo por banalizar lo que pasó, descontextualizar. No fue casual, no fue porque “se les quedó el carnet en la casa” como dijo nuestra “primera dama”. Fue sistemático, fue planeado, organizado, financiado y tenía objetivos: principalmente evitar soñar con un país más justo. De eso nadie ha pedido perdón, es más muchos siguen trabajando por los mismos objetivos. Nos hemos demorado, como sociedad (por obstinación o temor), 40 años en volver a hacerlo, espero que nada lo impida nuevamente. Por eso no puede evitar escribir esto… mis disculpas.”

1 Comentario

  1. Yo entré el 91. Vi la ceremonia de la placa, la eché de menos y vi la silueta pintada, con un letrero con los nombres de esos muertos. No sabía que se había transformado en un mito. Por un lado es divertido; por otro, preferiría que los estudiantes de hoy supieran por qué fue pintada de verdad.

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