Con motivo de la conmemoración de los 50 años de un evento que ha dejado una profunda huella en nuestra historia, he preparado esta entrada (como la primera de una serie) para reflexionar sobre lo que ocurrió y lo que significa para nosotros. Creo que es importante entender ese pasado para poder construir un futuro más feliz y digno.

A comienzos de este milenio, cuando tuve que trasladarme desde el campo a la capital para continuar mis estudios, la estación Universidad de Chile en la línea 1 del metro se erguía como un coloso ante mis ojos: era un lugar en el que resultaba sencillo extraviarse dado el contexto de un mundo sin teléfonos inteligentes. Esta impresión se acentuaba aún más gracias al inmenso mural que coronaba su parte superior, un mural que congrega eventos, personalidades, geografías y momentos sobresalientes de la historia de nuestra nación.

Este mural rescata episodios que abarcan desde la época de la conquista hasta la contemporaneidad, ocupando un total de 1200 metros cuadrados. Se encuentra dividido en dos secciones, de tres paneles cada uno. En la sección oriente, el pintor chileno Mario Toral ha plasmado su visión del pasado, mientras que en la sección poniente, representa el presente. El pasado se subdivide en tres partes: “Antiguos Pobladores” (anden norte) , “El Encuentro” (sobre el túnel) y “La Conquista” (anden sur). Por su parte, el presente se compone de tres paneles significativos: “Homenaje a la Poesía”(anden sur), “Tributo a Nuestro Océano”(sobre el túnel) y “Los Conflictos” (anden norte). Además existen cuatro mini-paneles que adornan las escaleras de salida del anden, y que en el mismo orden anterior son: “Adoración al Canelo”(noreste), “Crucifixión”(sudeste), “Isla de Pascua”(sudoeste) y “Arturo Prat” (noroeste)

Esquema de las distintas secciones del mural y su disposición espacial.

La primera parte de la obra (pasado) fue terminada el 7 de enero de 1996 y la segunda (presente) el 5 de marzo de 1999. Las descripciones presentadas aquí se fundamentan en el relato proporcionado por el autor, el cual también se halla disponible en las pizarras cercanas a los paneles.

“Antiguos Pobladores”

El Panel Norte rinde un tributo significativo a los habitantes originarios de Chile en épocas ancestrales. Esta sección se divide en tres segmentos discretos, cada uno de los cuales está complementado por tres frisos dispuestos debajo de ellos:

En el extremo izquierdo, emergen las manifestaciones de conflicto generadas por la disputa de los espacios destinados a la caza, la pesca y la recolección de piñones, las cuales culminaban en conflictos bélicos. En esta sección se presenta Guerrero Muerto y Vida Natural: la imagen de un cuerpo atravesado por flechas yace, un cadáver en avanzado estado de descomposición siendo consumido por un ave rapaz. Más a la derecha se plasman elementos que reflejan la vida orgánica de los indígenas, destacando actividades como la caza y la pesca.

En el centro emerge una mujer dando a luz, como símbolo de la fertilidad, una imagen que resuena en las culturas de Mesoamérica y el Imperio Incaico. Este icónico elemento encarna el nacimiento de América, rindiendo homenaje a la perpetuidad de la vida. Justo bajo esta figura, se revela una calavera alada, una representación mítica del sur de Chile que evoca el concepto de la muerte. En los alrededores se entrelazan rayos y formas diagonales que confieren orden a la composición de este panel.

En esta panorámica también se capturan escenas de la cotidianidad, como figuras inmersas en un río, así como elementos que incluyen cactus y conchas. Dirigiendo la mirada hacia el centro y en la parte superior, surge una mujer diaguita que manipula sus trenzas mientras sostiene un cántaro de greda coronado por la imagen de un pájaro, ejemplificando la maestría alfarera de esta cultura.

En el extremo derecho, se plasma la creación del mundo desde la perspectiva de la mitología mapuche. Este relato se entrelaza con la acción de dos serpientes: Cai-Cai vilú y Ten-Ten vilú, cuya influencia se extiende tanto en su formación como en su eventual destrucción. La cabeza del Dios Pillán, el soberano de los Volcanes y del Fuego, observa con una mirada vigilante. Pillán es una deidad benévola, en constante vigilancia para resguardar la protección de la humanidad. Un choroy, meticulosamente esculpido en piedra, emerge como un símbolo de dignidad, encarnando los cambios estacionales que marca su aparición. Más a la izquierda se alza un rehue, un tótem mapuche que, con sus siete niveles escalonados, simboliza la ascensión hacia los cielos. En la misma línea, una figura labrada en piedra rinde tributo al Guerrero Mapuche, resaltando la nobleza de la guerra en la cultura. A su lado, porta una representación de la clava, un objeto que evoluciona de hueso a piedra y que encarna la investidura del Toqui o líder.

En el friso extremo izquierdo, se rinde homenaje a la rica tradición oral de los pueblos originarios a través de dos epigramas mapuche y uno diaguita:

“Las piedras y el piñón, las estrellas y el viento son la gente de antaño.”

“Ahora di con firmeza, yo, el hombre, aún permanezco.”

“Es la guerra; es un arcoíris negro que avanza.”

El friso central destaca la relevancia de la araucaria y su fruto, el piñón, como sustento fundamental de los mapuches. Se representa el poder de la Machi y el resultado de sus maleficios: cuerpos deformados, símbolo de su capacidad para infligir dolor físico.

El friso de la derecha relata la ardua vida de los Onas y Alacalufes, pueblos nómadas del mar que vagaban entre los témpanos, buscando mariscos y cazando lobos marinos en frágiles embarcaciones. Cubiertos apenas por pieles que colgaban de sus cuerpos, Darwin los describió como el pueblo más desfavorecido de la tierra. En el centro de este friso se muestra la figura de una mujer-pez. Además, se exhiben sus peculiares pinturas corporales y las hogueras donde cocinaban sus alimentos y se resguardaban del frío, detalles que llevaron a la expedición de Magallanes a encariñarse con estos rincones de Tierra del Fuego.

El friso de la derecha relata la ardua vida de los Onas y Alacalufes, pueblos nómadas del mar que vagaban entre los témpanos, buscando mariscos y cazando lobos marinos en frágiles embarcaciones.

“Adoración al Canelo”

La clava cefalomorfa mapuche reaparece, su función no solo es como arma, sino también denotando el estatus del toqui mapuche. Sus detalles esculpidos y figuras humanas se agrandan en una disposición radial. Entre estas representaciones, una figura adopta una postura de reverencia, arrodillándose ante la rama del canelo (un árbol sagrado para los mapuche), que traspasa un corazón animal.

“El Encuentro”

Sobre El encuentro, Toral explica: “Un gran sol desmembrado anuncia la tragedia de la guerra por venir, guerra que se extenderá hasta avanzada la República. Un mapuche joven, un mocetón, dirige su mirada hacia sus ancestros, sus mitos y modos de vida. A sus pies está el cultrún, tambor sagrado. Los rodean los símbolos de su raza, las dos serpientes, el cetro de mando, las máscaras talladas. Al otro lado viene el Dios de la Guerra con el puño levantado. Los yelmos, las lanzas y los caballos de los conquistadores”.

“La Conquista”

En el extremo izquierdo de este panel, que comparte una composición similar al Panel de los Antiguos Pobladores, se muestra una batalla entre españoles y mapuches: “Cañones, perros, el caballo, la pólvora, el hierro de las lanzas de los conquistadores. Las flechas y mazas de los mapuches, atacando emboscados desde la sombra”

En el centro, se presenta a Galvarino con sus brazos amputados, todavía a caballo. “De sus muñones cae sangre que riega la tierra y hacer brotar una planta. Una antorcha simbolizando la libertad se confunde con el sol. Un rehue, de cuyo rostro brotan lágrimas, representa el fin de un género de vida”

En el extremo derecho, se representa a Caupolicán en el tormento de la pica, en medio de un paisaje árido de volcanes y cactus.

En el friso del extremo izquierdo, se muestra el imperio español bajo un sol negro en el centro de la composición el padre Luis de Valdivia (nuestro Bartolomé de las Casas) asiste a un indio herido. Dos armaduras en sentido inverso representan la cruz y la espada, símbolos de la política y la Conquista. Los emblemas de los blasones de Castilla, León y los Habsburgo se distribuyen a lo largo del friso. En un pergamino se encuentra escrito el primer canto de ‘La Araucana’:

“No las damas, amor. no. gentilezas
De caballeros canto enamorados;
Ni las muestras, regalos y ternezas
De amorosos afectos y cuidados:
Mas el valor, los hechos, las proezas
De aquellos españoles esforzados,
Que a la cerviz de Arauco, no domada,
Pusieron duro yugo por la espada.”

Bajo Galvarino, un árbol de pergaminos lleva los nombres de próceres y personajes destacados: O’Higgins, Pedro de Valdivia, Camilo Henríquez, José Miguel Carrera, Galvarino, Lautaro, Inés de Suárez, Mulato Gil, Manuel Rodríguez, Fresia, Caupolicán.

Bajo Caupolicán, una mano escribe “Yo, Alonso de Ercilla” ya que las páginas de ‘La Araucana’ han inspirado al autor en estos murales.

En el friso del extremo izquierdo, se muestra el imperio español bajo un sol negro en el centro de la composición el padre Luis de Valdivia (nuestro Bartolomé de las Casas) asiste a un indio herido. Dos armaduras en sentido inverso representan la cruz y la espada, símbolos de la política y la Conquista. Los emblemas de los blasones de Castilla, León y los Habsburgo se distribuyen a lo largo del friso.
Bajo Galvarino, un árbol de pergaminos lleva los nombres de próceres y personajes destacados: O’Higgins, Pedro de Valdivia, Camilo Henríquez, José Miguel Carrera, Galvarino, Lautaro, Inés de Suárez, Mulato Gil, Manuel Rodríguez, Fresia, Caupolicán.
Bajo Caupolicán, una mano escribe “Yo, Alonso de Ercilla” ya que las páginas de ‘La Araucana’ han inspirado al autor en estos murales.

“Crucifixión”

Una imagen de Cristo flotando sobre las montañas del Nuevo Continente. El idioma, la religión y el cruce de dos razas dan vida a un nuevo pueblo y una nueva cultura. Un arcoíris simboliza un futuro basado en la justicia social.

“Homenaje a la Poesía”

Para representar la cultura y civilización contemporáneas de Chile, el autor opta por personificar los ideales y objetivos más elevados del país a través de la poesía plasmada en los versos de nuestros poetas más significativos. En los albores de la era industrial, se solía representar el progreso mediante la imaginería industrial: chimeneas, engranajes, poleas y fábricas llenaban numerosos murales. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que la felicidad humana no proviene únicamente del avance material. Las voces intrínsecas del arte, la cultura y la poesía deben ser atendidas para satisfacer aspiraciones fundamentales de las personas.

El autor elige a cuatro poetas cuyas obras han dejado una profunda huella en el corazón de los chilenos.

En el extremo izquierdo, Pablo de Rokha se alza como un volcán estruendoso, personificando la esencia de la chilenidad en su expresión más enérgica. En el centro, Pablo Neruda destaca por su perspectiva integral del ser latinoamericano, mientras que en el extremo derecho conviven Vicente Huidobro (quién es reconocido por su versatilidad creativa y la revolución lingüística que logró) con Gabriela Mistral que sobresale por su conexión con las raíces ancestrales y su habilidad para capturar los sentimientos esenciales y perennes de la naturaleza humana. El friso central incluye sus nombres.

Todo arte y literatura, al mismo tiempo que retrata sentimientos, dramas y emociones, tiene su origen y marca en la naturaleza, donde la belleza nunca deja de emocionarnos. El friso de la izquierda con flores, plantas y una figura con los brazos abiertos pretende simbolizar la admiración que ojalá se manifestara en el respeto por la conservación de nuestro patrimonio natural, compuesto por árboles, lagos, ríos y océanos.

En el friso de la derecha están presentes la poesía popular y el folclore: en la arcilla moldeada por manos campesinas en Pomaire y Quinchamalí, cerámica con aroma a humo que representa a los animales del campo con sus atributos físicos bien observados y decorados con la filigrana de sus diseños blancos. La autenticidad vibrante de la provincia, que preserva sus tradiciones de manera más fidedigna que los citadinos, se refleja plenamente en la figura de Violeta Parra, quien en sus canciones, poesías y tapices rescata un mundo de tradiciones olvidadas.

“Isla de Pascua”

El Panel de la Poesía se complementa con una imagen icónica de la Isla de Pascua. Este territorio chileno, situado equidistante de la Polinesia y las costas de Chile, se convierte en un vínculo entre los continentes asiático y americano, además de ser una puerta de acceso a culturas diversas del mundo occidental. En esta representación, captamos el instante en que un intrépido nadador llega triunfante tras cruzar dos kilómetros hasta el Islote de Motu Nui. En un acto simbólico y de gran significado, este nadador se convierte en el primero en alcanzar el islote y capturar el huevo del ave Manutara.

Este acto, con su trasfondo ancestral, otorga al jefe de su clan el don del gobierno sobre la isla por un año. La imagen captura la energía y la determinación del nadador, la majestuosidad de la naturaleza circundante y la conexión profunda entre los seres humanos y su entorno. La Isla de Pascua se erige como un punto de convergencia cultural y una ventana hacia diferentes tradiciones y perspectivas que enriquecen la identidad de Chile y su relación con el mundo.

“Tributo a Nuestro Océano”

Un mascarón de proa corta las olas azules de nuestro océano Pacífico. Su presencia líquida se extiende desde los hielos de los glaciares de Tierra del Fuego hasta los desiertos del Norte, dando origen a leyendas de sirenas, barcos fantasmas y algas con poderes milagrosos. Una torre construida con moluscos y caracolas simboliza nuestra vocación marítima, así como la inagotable fuente de riqueza que el océano alberga si respetamos los sabios ciclos de la naturaleza.

“Los Conflictos”

Acá se presentan escenas de acontecimientos que han fragmentado a los chilenos a lo largo de su historia. Son situaciones en las que la sangre ha sido derramada, divisiones trágicas que los descendientes hemos heredado y que nos separan como ciudadanos en la tierra donde deberíamos coexistir en paz.

Según las palabras del autor “Desearía no haber tenido que plasmar estas escenas, pero si estas pinturas, que resguardan el título de “Memoria Visual de una Nación”, deben mantener su sentido, es un deber moral recordarlas y mantenerlas vivas para que no reiteremos los errores del pasado.”

Los siguientes paneles se distribuyen en el principal de izquierda a derecha y de arriba a abajo:

– 1973 – Bombardeo de La Moneda: El triunfo de la Unidad Popular, encabezada por Salvador Allende, representó el éxito del socialismo en Chile. Era la primera vez en la historia que un gobierno marxista alcanzaba el poder a través de elecciones. Esta revolución prometía cambios profundos a nivel estructural, económico y social. Básicamente, implicaba tomar el control de la economía del país mediante la nacionalización de la industria y la banca, profundizar la Reforma Agraria y nacionalizar las principales empresas productoras de cobre. Además, planteaba transformaciones radicales en el sistema educativo y buscaba obtener el apoyo de los trabajadores al mostrarles que este gobierno representaba las aspiraciones genuinas de las clases populares del país. Rápidamente creció un clima revolucionario y, para llevar a cabo el programa de gobierno de manera acelerada, se recurrió a tácticas que comenzaron a generar malestar en la población, como el uso de “resquicios legales” y las “tomas de industrias y propiedades”. Incluso dentro de la Unidad Popular, surgieron grupos políticos que abogaron por intensificar los cambios y desmantelar el “Estado burgués”, ya que lo consideraban un obstáculo para la revolución. Estos grupos llegaron incluso a proclamar el uso de la violencia como medio legítimo para alcanzar sus objetivos. El 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas derrocaron al gobierno de la Unidad Popular y bombardearon el Palacio de La Moneda. La dictadura Militar, liderada por el general Augusto Pinochet, se mantuvo en el poder hasta 1989, cuando se llevaron a cabo elecciones democráticas y Patricio Aylwin Azócar fue elegido como Presidente.
1948 – La Ley Maldita: El Partido Comunista había ganado una importante presencia política y electoral en Chile, y participaba en el gobierno del Presidente Gabriel González Videla junto con radicales y liberales. Al mismo tiempo, se desencadenaba la “Guerra Fría”, y la lucha ideológica entre Estados Unidos y la Unión Soviética se manifestaba en varios escenarios del mundo occidental. En este contexto, la creciente influencia del comunismo en Chile generó un conflicto en el que participaron las principales fuerzas políticas y sociales. Se ejercieron diversas presiones sobre el gobierno y el país en general para que adoptaran una posición clara en relación con este tema. Estados Unidos, en particular, instó a González Videla a romper definitivamente con el Partido Comunista. Por su parte, la colectividad comunista promovió movilizaciones obreras que, en ocasiones, desembocaban en enfrentamientos con las fuerzas policiales. Como resultado de estos acontecimientos, en 1948 se promulgó la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, que prohibió la existencia del Partido Comunista. Esta ley implicó la eliminación de los registros electorales tanto de los miembros activos del partido como de aquellos que se sospechaba que tenían militancia comunista. Además, se destituyó a los militantes comunistas de cargos públicos y sindicales, y se expulsó a los parlamentarios comunistas. En esencia, se buscaba eliminar por completo la presencia del partido. De esta manera, se legalizó la noción de establecer una “democracia protegida” o un “pluralismo limitado”. La aprobación de esta ley provocó una intensa discusión que tuvo efectos en todos los partidos del espectro político. La mayoría de ellos se dividieron y muchos tomaron la derogación de esta ley como su causa de lucha, lográndose finalmente su revocación en 1958.
1938 – Matanza del Seguro Obrero: Las elecciones presidenciales se desarrollaron en un contexto de intensa tensión política. Tres candidatos competían por la presidencia: Gustavo Ross, respaldado por liberales y conservadores; Pedro Aguirre Cerda, representando al Frente Popular compuesto por radicales, comunistas y socialistas; y Carlos Ibáñez del Campo, apoyado por el Movimiento Nacional Socialista y otras agrupaciones que formaron la Alianza Popular Libertadora. En medio de esta polarización, un grupo de jóvenes adherentes al nazismo protagonizó un movimiento revolucionario con objetivos confusos, posiblemente dirigidos contra el gobierno para obstaculizar las elecciones. Se atrincheraron en el edificio del Seguro Obrero, cercano a La Moneda, y otros en la Universidad de Chile. Los que ocuparon el campus universitario fueron finalmente reducidos tras un enfrentamiento que resultó en seis amotinados muertos. Posteriormente, los que se habían refugiado en el edificio del Seguro Obrero fueron masacrados de manera irracional, a pesar de que los jóvenes se habían rendido. En total, murieron 61 estudiantes en este trágico episodio. La responsabilidad por esta brutal acción fue atribuida a la policía, el ejército y el gobierno. Como consecuencia, Carlos Ibáñez retiró su candidatura y llamó a sus seguidores a apoyar a Pedro Aguirre Cerda. Este último resultó elegido presidente y asumió el cargo.

1837, Fusilamiento de Portales: Diego Portales, quien había puesto fin a los años de anarquía y desorden social posteriores a la Guerra de Independencia, al promover un Gobierno fuerte, respetado y sólido dentro del sistema republicano. En su rol como Ministro de Guerra, Portales comprende la necesidad de detener al Mariscal Santa Cruz, líder de la Confederación Perú-Boliviana, y sus ambiciones hegemónicas en el sur del continente. Para ello, impulsa la Campaña del Perú. Sin embargo, dentro del ejército chileno, existen opositores a su política. El 3 de junio de 1837, Diego Portales es traicionado y apresado por el coronel J.A. Vidaurre. Más tarde, es asesinado por las tropas bajo el mando del teniente Santiago Florín.

Vida y Muerte en las “Minas de Carbón”: La explotación del carbón experimentó un gran auge entre 1860 y 1890, llegando a emplear once mil trabajadores solo en el sector carbonífero para el año 1904. Sin embargo, el enriquecimiento de los empresarios se cimentó en bajos salarios y escasa o nula seguridad laboral. Estas difíciles condiciones sociales y laborales, que afectaban a las clases populares, están críticamente denunciadas en la obra “Subterra” de Baldomero Lillo. En la parte inferior del panel se representa una explosión de gas grisú y las víctimas de la explosión. Esta dura realidad dejó una huella profunda en la sociedad de esa época, generando un fuerte resentimiento contra la clase dirigente debido a su indiferencia hacia los graves problemas de los obreros.

1891 – Suicidio de Balmaceda: Chile se encontraba en medio de un debate entre un sistema presidencialista y el poder del Congreso. Balmaceda sostenía la necesidad de un ejecutivo fuerte, argumentando que el parlamentarismo solo atendía los intereses de sus distintos grupos partidarios y no los grandes objetivos del Estado. Esta disputa desencadenó una Guerra Civil en la que las fuerzas congresistas resultaron victoriosas. Balmaceda se sintió derrotado y buscó refugio en la Embajada Argentina, donde puso fin a su vida.

1973 – Bombardeo de La Moneda: El triunfo de la Unidad Popular, encabezada por Salvador Allende, representó el éxito del socialismo en Chile. Era la primera vez en la historia que un gobierno marxista alcanzaba el poder a través de elecciones. Esta revolución prometía cambios profundos a nivel estructural, económico y social. Básicamente, implicaba tomar el control de la economía del país mediante la nacionalización de la industria y la banca, profundizar la Reforma Agraria y nacionalizar las principales empresas productoras de cobre. Además, planteaba transformaciones radicales en el sistema educativo y buscaba obtener el apoyo de los trabajadores al mostrarles que este gobierno representaba las aspiraciones genuinas de las clases populares del país. Rápidamente creció un clima revolucionario y, para llevar a cabo el programa de gobierno de manera acelerada, se recurrió a tácticas que comenzaron a generar malestar en la población, como el uso de “resquicios legales” y las “tomas de industrias y propiedades”. Incluso dentro de la Unidad Popular, surgieron grupos políticos que abogaron por intensificar los cambios y desmantelar el “Estado burgués”, ya que lo consideraban un obstáculo para la revolución. Estos grupos llegaron incluso a proclamar el uso de la violencia como medio legítimo para alcanzar sus objetivos. El 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas derrocaron al gobierno de la Unidad Popular y bombardearon el Palacio de La Moneda. La dictadura Militar, liderada por el general Augusto Pinochet, se mantuvo en el poder hasta 1989, cuando se llevaron a cabo elecciones democráticas y Patricio Aylwin Azócar fue elegido como Presidente.

1948 – La Ley Maldita: El Partido Comunista había ganado una importante presencia política y electoral en Chile, y participaba en el gobierno del Presidente Gabriel González Videla junto con radicales y liberales. Al mismo tiempo, se desencadenaba la “Guerra Fría”, y la lucha ideológica entre Estados Unidos y la Unión Soviética se manifestaba en varios escenarios del mundo occidental. En este contexto, la creciente influencia del comunismo en Chile generó un conflicto en el que participaron las principales fuerzas políticas y sociales. Se ejercieron diversas presiones sobre el gobierno y el país en general para que adoptaran una posición clara en relación con este tema. Estados Unidos, en particular, instó a González Videla a romper definitivamente con el Partido Comunista. Por su parte, la colectividad comunista promovió movilizaciones obreras que, en ocasiones, desembocaban en enfrentamientos con las fuerzas policiales. Como resultado de estos acontecimientos, en 1948 se promulgó la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, que prohibió la existencia del Partido Comunista. Esta ley implicó la eliminación de los registros electorales tanto de los miembros activos del partido como de aquellos que se sospechaba que tenían militancia comunista. Además, se destituyó a los militantes comunistas de cargos públicos y sindicales, y se expulsó a los parlamentarios comunistas. En esencia, se buscaba eliminar por completo la presencia del partido. De esta manera, se legalizó la noción de establecer una “democracia protegida” o un “pluralismo limitado”. La aprobación de esta ley provocó una intensa discusión que tuvo efectos en todos los partidos del espectro político. La mayoría de ellos se dividieron y muchos tomaron la derogación de esta ley como su causa de lucha, lográndose finalmente su revocación en 1958.

1938 – Matanza del Seguro Obrero: Las elecciones presidenciales se desarrollaron en un contexto de intensa tensión política. Tres candidatos competían por la presidencia: Gustavo Ross, respaldado por liberales y conservadores; Pedro Aguirre Cerda, representando al Frente Popular compuesto por radicales, comunistas y socialistas; y Carlos Ibáñez del Campo, apoyado por el Movimiento Nacional Socialista y otras agrupaciones que formaron la Alianza Popular Libertadora. En medio de esta polarización, un grupo de jóvenes adherentes al nazismo protagonizó un movimiento revolucionario con objetivos confusos, posiblemente dirigidos contra el gobierno para obstaculizar las elecciones. Se atrincheraron en el edificio del Seguro Obrero, cercano a La Moneda, y otros en la Universidad de Chile. Los que ocuparon el campus universitario fueron finalmente reducidos tras un enfrentamiento que resultó en seis amotinados muertos. Posteriormente, los que se habían refugiado en el edificio del Seguro Obrero fueron masacrados de manera irracional, a pesar de que los jóvenes se habían rendido. En total, murieron 61 estudiantes en este trágico episodio. La responsabilidad por esta brutal acción fue atribuida a la policía, el ejército y el gobierno. Como consecuencia, Carlos Ibáñez retiró su candidatura y llamó a sus seguidores a apoyar a Pedro Aguirre Cerda. Este último resultó elegido presidente y asumió el cargo.

Además de los anteriores, existen tres frisos ubicados bajo los primeros:

– 1907 – La Matanza de Santa María de Iquique: A principios del siglo XX, las condiciones de vida de los obreros en los centros urbanos y mineros del país eran extremadamente precarias. Vivían en condiciones humanas y laborales deplorables y habían expresado su malestar a través de huelgas y protestas en varias ocasiones. Sin embargo, estas movilizaciones no habían sido atendidas por las autoridades, sino más bien rechazadas y en algunos casos reprimidas de manera severa. Hacia finales de 1907, los trabajadores de diversas oficinas salitreras decidieron entrar en huelga y presentaron un petitorio a sus empleadores en el que solicitaban mejoras salariales, laborales y sociales. Ante la falta de respuesta, se trasladaron al puerto de Iquique con la esperanza de que las autoridades gubernamentales intervinieran para mediar en el conflicto. Con el paso de los días, la manifestación fue creciendo al recibir apoyo de otros gremios de trabajadores. La ciudad de Iquique se paralizó debido a la huelga, y las conversaciones entre las partes involucradas no condujeron a ningún acuerdo. Ante el temor de que la situación se tornara aún más crítica, las autoridades decidieron tomar medidas drásticas. Utilizando la fuerza, instaron a los huelguistas que se habían refugiado en la Escuela Santa María, ubicada en la Plaza Manuel Montt de Iquique, a poner fin al movimiento. Al encontrar resistencia, el general a cargo de las fuerzas militares ordenó abrir fuego contra los huelguistas en repetidas ráfagas.
– 1986 – Martirio de Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana: El friso ubicado bajo la representación del bombardeo al palacio presidencial encierra una historia de particular relevancia. Este friso hace referencia al caso Quemados, un trágico suceso que tuvo lugar el 2 de julio de 1986, cuando Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana fueron quemados por una patrulla militar de la dictadura. La intención de Toral de plasmar este evento en dicho espacio fue objeto de censura.
En su reemplazo, se pintó un extracto de Bertolt Brecht que indaga: “¿Qué logramos al erigir estructuras magníficas, construir aviones veloces y artefactos que alcanzan otros mundos, si nos falta el don de tener seres felices que los habiten y recorran?” Dieciséis años después de la inauguración del mural, específicamente el 13 de diciembre de 2015, el friso original finalmente ocupó el lugar que le correspondía.
– Capitán Popper, Exterminador de Onas: Julius Popper, explorador de origen rumano, llega a Chile con la aparente intención de proteger las propiedades auríferas en la región de la Patagonia, así como las empresas dueñas de las vastas estancias dedicadas a la crianza y explotación del ganado ovino. Dado que los indígenas nómadas no hacían distinción entre los animales introducidos y aquellos que habitaban sus tierras y de los cuales obtenían alimento y prendas de vestir, las empresas encargaron a Popper la tarea de exterminar a estos antiguos cazadores de guanacos, ofreciendo un dólar por cada cabeza. A través de esta acción y otras similares, no solo se faltó al respeto a las costumbres de los pueblos indígenas, sino que tampoco se buscó alternativas de subsistencia para estas comunidades nómadas. En lugar de ello, se llevó a cabo el genocidio total de un grupo étnico que había demostrado una gran adaptabilidad a condiciones adversas y extremadamente difíciles, enfrentando penurias alimenticias y sobreviviendo en las duras condiciones de las estepas australes.

1907 – La Matanza de Santa María de Iquique: A principios del siglo XX, las condiciones de vida de los obreros en los centros urbanos y mineros del país eran extremadamente precarias. Vivían en condiciones humanas y laborales deplorables y habían expresado su malestar a través de huelgas y protestas en varias ocasiones. Sin embargo, estas movilizaciones no habían sido atendidas por las autoridades, sino más bien rechazadas y en algunos casos reprimidas de manera severa. Hacia finales de 1907, los trabajadores de diversas oficinas salitreras decidieron entrar en huelga y presentaron un petitorio a sus empleadores en el que solicitaban mejoras salariales, laborales y sociales. Ante la falta de respuesta, se trasladaron al puerto de Iquique con la esperanza de que las autoridades gubernamentales intervinieran para mediar en el conflicto. Con el paso de los días, la manifestación fue creciendo al recibir apoyo de otros gremios de trabajadores. La ciudad de Iquique se paralizó debido a la huelga, y las conversaciones entre las partes involucradas no condujeron a ningún acuerdo. Ante el temor de que la situación se tornara aún más crítica, las autoridades decidieron tomar medidas drásticas. Utilizando la fuerza, instaron a los huelguistas que se habían refugiado en la Escuela Santa María, ubicada en la Plaza Manuel Montt de Iquique, a poner fin al movimiento. Al encontrar resistencia, el general a cargo de las fuerzas militares ordenó abrir fuego contra los huelguistas en repetidas ráfagas.

1986 – Martirio de Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana: El friso ubicado bajo la representación del bombardeo al palacio presidencial encierra una historia de particular relevancia. Este friso hace referencia al caso Quemados, un trágico suceso que tuvo lugar el 2 de julio de 1986, cuando Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana fueron quemados por una patrulla militar de la dictadura. La intención de Toral de plasmar este evento en dicho espacio fue objeto de censura. En su reemplazo, se pintó un extracto de Bertolt Brecht que indaga: “¿Qué logramos al erigir estructuras magníficas, construir aviones veloces y artefactos que alcanzan otros mundos, si nos falta el don de tener seres felices que los habiten y recorran?” Dieciséis años después de la inauguración del mural, específicamente el 13 de diciembre de 2015, el friso original finalmente ocupó el lugar que le correspondía.

Capitán Popper, Exterminador de Onas: Julius Popper, explorador de origen rumano, llega a Chile con la aparente intención de proteger las propiedades auríferas en la región de la Patagonia, así como las empresas dueñas de las vastas estancias dedicadas a la crianza y explotación del ganado ovino. Dado que los indígenas nómadas no hacían distinción entre los animales introducidos y aquellos que habitaban sus tierras y de los cuales obtenían alimento y prendas de vestir, las empresas encargaron a Popper la tarea de exterminar a estos antiguos cazadores de guanacos, ofreciendo un dólar por cada cabeza. A través de esta acción y otras similares, no solo se faltó al respeto a las costumbres de los pueblos indígenas, sino que tampoco se buscó alternativas de subsistencia para estas comunidades nómadas. En lugar de ello, se llevó a cabo el genocidio total de un grupo étnico que había demostrado una gran adaptabilidad a condiciones adversas y extremadamente difíciles, enfrentando penurias alimenticias y sobreviviendo en las duras condiciones de las estepas australes.

“Arturo Prat”

El 21 de Mayo de 1879, en una hazaña gloriosa, Arturo Prat es acribillado a balazos en la cubierta del barco peruano Huáscar, que ha abordado desde el Esmeralda, en una lucha desigual. Sin embargo, su honor como marino lo impulsó a llevar a cabo esta acción. Desde ese día, entra en la historia de nuestra nación como el héroe por excelencia, respaldado por una vida ejemplar como padre de familia y defensor de los principios que juró respetar. “(…) Dios nos guía y lo que sucede es siempre lo mejor que pueda suceder“. Este fragmento de una carta suya dirigida a su esposa Carmela Carvajal ilustra como una premonición su fe en el destino que, a través del sacrificio, lo llevó a la gloria.

Epílogo

La Fundación MetroArte despliega una labor admirable al acercar la cultura y el arte a un entorno donde la mayoría busca optimizar su tiempo de estancia. Es realmente notable que en este contexto ya se hayan realizado 25 obras, evidenciando un compromiso sólido con la difusión cultural.

Mi experiencia al documentar este mural habría sido considerablemente más placentera si no hubiera tenido que interactuar con un guardia que se acercó para preguntarme si había obtenido permiso “del metro” para tomar fotos, justo cuando ya estaba a punto de finalizar. Después de ese episodio, experimenté ser escoltado en compañía suya y otros dos guardias durante un par de minutos, hasta que los perdí en un lugar donde ningún guardia ha llegado: el andén de la línea 3.

Sería verdaderamente admirable observar esa misma dedicación en perseguir weones cuando se encuentren con músicos callejeros, raperos o vendedores ambulantes, quienes pueden llegar a perturbar a los pasajeros con sus chelos de 2 metros y sistemas de sonido basados en parlantes gigantes montados en carros de feria. Incluso, si llegaran a encontrarse con una orquesta completa, algo que lamentablemente he tenido la desventura de presenciar sin guardias escoltándome.

Adelante estudios.

Referencias:

Toral, Mario (Universidad Finis Terrae, 1999)

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