Sexual Democracia nos congregó en el Caupolicán a pesar de la lluvia y el frío. En el marco de la celebración sus 35+2 años —sí, como dicen ellos mismos, “no regresamos ni nos despedimos”, porque nunca se han ido realmente. Han seguido tocando, grabando, sacando canciones, y sobre todo: siendo fieles a su estilo único de rock, humor y crítica social bien a la chilena.

Fue más que un concierto: fue una especie de reunión familiar entre todos los que crecimos escuchando estas canciones, aunque haya sido por rebote, por hermanos mayores, por casetes piratas o porque alguna vez bailaste los cien años de Macondo curao en algún año nuevo.

Más de dos horas, 25 canciones, pura memoria

El setlist fue generoso y diverso. Hubo de todo: desde algunos singles de Miguel Barriga solista, pasando por himnos del mítico Buscando Chilenos, como “Canción pacífico-violenta”, “Ella gana más plata que yo”, y “Los Pitutos”, hasta rarezas como “I Love you Chili” o “Sudaecuaciones” y hasta hicieron espacio para homenajes como un cover de Violeta Parra (“El Sacristán”).

Miguel Barriga mantiene ese tono entre lo poético y lo chistoso, entre la reflexión y la talla absurda. No hay pose: lo que dice, lo dice porque lo siente o porque quiere sacar una sonrisa. La conexión con el público fue constante. No había distancia: era como estar entre amigos, entre generaciones distintas que coreaban lo mismo.

Invitados y sorpresas

La noche estuvo llena de momentos especiales. El Bafovi (Ballet Folclórico de Viña del Mar) acompañó varias canciones con coreografías que mezclaban cueca, rock y algo más teatral. También apareció el elenco completo de la obra musical Sudania, inspirada en uno de los discos conceptuales de la banda. También Katona vocalista de Voodoo Zombie acompañaró a Sexual Democracia en Ando Trash y Profanador de Cuna Respectivamente.

Y en medio de todo eso, el gran Fernando Solís, una de las voces en off más conocidas de nuestro país (como olvidar al señor Manguera), se subió al escenario para algunas introducciones de la canciones. Un lujo.

Ya cuando el show iba llegando a su fin, Miguel Barriga anuncia que van a cantar una canción para cerrar. Y lo hacen con una versión espectacular de Macondo, que ya había sonado antes en un formato más teatral, mezclada con Grandes historias de pueblos chicos junto al Bafovi. Esta segunda vez fue más directa, potente, como para dejarlo todo en la cancha. Pero ahí nos quedó la duda: ¿y Buscando chilenos? Si la gira se llama así, ¿cómo no la van a tocar?

Y cuando uno pensaba que se habían saltado el plato principal, aparece la última sorpresa. La banda vuelve al escenario y ahora sí, arrancan con Buscando chilenos —con toda la emoción acumulada— y no estaban solos: Condorito, el más chileno de todos, se subió a cantar y bailar con ellos.

Fue tan absurdo como hermoso, una postal perfecta del espíritu de Sexual Democracia: chilenos hasta la médula, alegres, populares, y sin miedo al ridículo. No fue solo una canción final, fue una declaración de principios: lo suyo no es solo música, es historia viva, identidad y cariño. Las buenas bandas no necesitan volver, porque en verdad nunca se fueron.

Adelante estudios.

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