Universidad de Chile volvió a vestirse de Copa Sudamericana y lo hizo con una victoria trabajada: 1-0 frente a Independiente de Avellaneda, en un Estadio Nacional lleno. Aunque no fueron tantos goles como el partido anterior y nos dejó con un sabor agridulce por como se dio el partido, si hace 10 horas me ofrecían firmar un 1-0 contra este rival, lo habría firmado mil veces.

Antesala

Llegué temprano, como dicta mi cábala, para sentarme en el mismo lugar de siempre. Esa costumbre me regaló nuevamente la previa completa: desde cómo se iban instalando las banderas y lienzos en galería, hasta la coreografía de cámaras que parecían multiplicarse sobre los andamios. El VAR estaba del lado de Andes esta vez.

Esta vez, había un detalle nuevo y curioso: por disposición de la organización, nadie podía pisar el césped más allá de lo estrictamente necesario. El motivo, según se comentaba, es que el Nacional será sede de un Mundial Sub-20 y se está cuidando al milímetro cada brizna de pasto. Y sí, se notaba.

Del lado visitante, Independiente se hizo sentir de una manera que no veía hace mucho en el estadio: con bombos. Sonaron fuerte, constantes, y le dieron un marco distinto al ambiente, algo casi de otro tiempo. En la transmisión para quienes lo vieron desde casa, ESPN tuvo a Mauricio Triviño en el relato y a Pablo Flamm en los comentarios. Entre el público, un rostro conocido: Eduardo Fuentes, siempre hincha azul cuya historia memorable sobre como vio la final de la sudamericana el 2011 y se tuvo que ir un poco antes para llegar a grabar es muy chistosa.

Desde la cancha, una imagen llamaba la atención: Rodrigo Rey, arquero de Independiente, lucía un casco protector. El ojo morado que arrastraba del partido contra River Plate lo delataba, y el casco parecía más un recordatorio de la batalla previa que una simple precaución. Tambien hubo escenas emotivas como los abrazos entre Altamirano y Mazzantti —ambos con pasado en Huachipato— o Loyola con Charles Aránguiz, que parecían reencontrarse en clave de Selección. Fuegos artificiales iniciaban al comenzar el partido mientras los equipos se saludaban según los protocolos.

Primer Tiempo

Tanto la U como Independiente hicieron lo suyo durante el primer tiempo. Los argentinos avisaron de entrada: antes de que se cumplieran 7 minutos ya habían llegado dos veces con peligro, siendo Cabral el que desperdició una inmejorable ocasión al sacar un tirito que Castellón contuvo sin problemas.

La U respondió cerca de los 10 minutos, cuando Poblete y Di Yorio armaron una jugada que terminó apenas desviada, por poquísimo. El partido, de ida y vuelta, sin pausa, se jugaba a buen ritmo y con la sensación de que en cualquier momento podía abrirse el marcador.

Y así fue. El único gol del partido llegó a los 35 minutos. Una gran jugada de un encendido Hormazábal, que se proyectó con decisión, y sirvió el pase perfecto para que Lucas Assadi ajustara el remate a la “ratonera”. Golazo.

Segundo Tiempo

Durante el segundo tiempo llegaron los movimientos desde la banca. Felipe Salomoni dejó la cancha al arrastrar una amarilla, una de esas precauciones tácticas a las que Álvarez ya nos tiene acostumbrados, entrando por el Antonio Diaz. Poco después, Di Yorio y Altamirano cedieron su lugar al “Tucu” Contreras y a Marcelo Díaz, que ingresó entre aplausos y con la misión de darle control al mediocampo. Charles le cedió la jineta sin pensarlo mucho.

La U defendió la ventaja con inteligencia y oficio. Una tarjeta roja al rival nos abrió el apetito a todos, y si bien no fue un baile como contra Guaraní, fue una victoria valiosa, ante un rival no menor y en una llave que todavía está abierta. El duelo de vuelta se jugará la próxima semana en Argentina, donde el equipo buscará sellar su paso a la siguiente ronda con la misma seriedad y concentración de siempre.

Adelante estudios.

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